La tía Cecilia nos habla de san Benito Abad
Muy buen día tengan ustedes queridos
plebeyos, es grato saber que puedo llegar a muchos de ustedes a través de estos
artilugios modernos, que si bien son de mucha utilidad… ¡No dejan de ser un
invento de diablo para alejarlos de la palabra de Dios nuestro Señor!
Es por eso que cada que me acerco a estos
aparatos del averno que mi sobrina María Bárbara llama “ordenadores”, yo rezo
un rosario y me encomiendo a mis santos para protegerme de la perversa
influencia del maligno.
Hablando de rezos y santos, quiero
hablarles queridos plebeyos, de un santo en especial: San Benito Abad.
San Benito nació en Nurcia región de
Umbría, Italia, en el año de 480 d.C. y tuvo una hermana: Santa Escolástica, quien también alcanzó la santidad. Benito fue enviado a Roma donde recibió una adecuada
formación en retórica y filosofía, pero al ver que muchos de sus condiscípulos
se inclinaban por los caminos escabrosos del vicio, Benito despreció el
estudio de las letras y abandonó la casa y los bienes de su padre para buscar los hábitos de la vida monástica.
Se retiró a la cuidad de Effide para
practicar una vida de rigurosa disciplina ascética. Después buscó el retiro de
un lugar solitario llamado Subiaco, ahí permaneció durante tras años en una
cueva convirtiéndose en un ermitaño.
San Benito, al igual que mi querida
sobrina y yo, fue víctima de las envidias de almas perversas las cuales… ¡trataron de envenenarle! Primero en
Vicovaro, una comunidad de monjes cuyo abad había muerto y decidieron pedirle a
San Benito que tomara su lugar, pero no duró mucho en el cargo ya que los
endemoniados monjes pusieron veneno en su vino y todo por la estricta
disciplina que les exigía el santo. ¡Bola de holgazanes!
El segundo intento fue concebido por un
sacerdote llamado Florencio, quien por envidia quiso arruinar a San Benito y le
envió un pan envenenado, mismo que fue arrebatado milagrosamente por un cuervo.
San Benito fundó la orden de los
benedictinos y su primer monasterio lo erigió en Montecasino en el año 529.
Escribió la Regula Monasteriorum, mejor conocida como la Santa Regla, cuya
difusión le valió el título de Patriarca del monacato occidental. El ilustre
santo predijo el día de su muerte, que ocurrió el 21 de marzo del año 547.
Sin duda una vida ejemplar, su amor y
fuerza fueron la Santa Cruz, con la que hizo muchos milagros, fue un poderoso
exorcista y ejerció este maravilloso don utilizando como sacramental la Cruz de
San Benito.
Ahora queridos quiero hacerles una
descripción de la medalla de San Benito.
Al frente de la medalla aparece San
Benito vestido de Abad con una cruz en la mano, en la otra sostiene el libro de
la Santa Regla. A ambos lados un cuervo y una copa, símbolos de los intentos de
envenenamiento de los que fue víctima. En el fondo una inscripción en latín:
Crux Santi Patris Benedicti, que significa,
Cruz del Santo Padre Benito.
Alrededor de la imagen de San Benito se
puede leer: Eius in obitu nostro praesentia muniamur, que significa, A la hora
de nuestra muerte seamos protegidos por su presencia. Oración de la buena
muerte ya que San Benito es el patrón de la buena muerte.
Al reverso de la medalla se muestra la
Cruz de San Benito con las siguientes letras:
Crux Sancti Patris
Benedicti (C.S.P.B.): Cruz
del Santo Padre Benito
Crux Sancta Sit Mihi Lux (C.S.S.M.L.): La santa Cruz sea mi luz
Non Draco Sit Mihi Dux (N.D.S.M.D.): No sea el demonio
mi señor
En circulo empezando arriba a la derecha:
Vade Retro Satana! (V.R.S.): ¡Retrocede, Satanás!
Nunquam Suade Mihi Vana! (N.S.M.V.): No me persuadas con cosas vanas
Sunt Mala Quae Libas (S.M.Q.L.): Malo es lo que me ofreces
Ipse Venena Bibas (I.V.B.): Bebe tú mismo tus venenos
PAX: "Paz".
Es por eso queridos que la Medalla de San Benito nos recuerda
a los fieles que la llevamos con nosotros, la presencia constante de Dios y su protección.
Así que procuren llevarla siempre con ustedes, de cualquier modo yo elevaré una
plegaria por todos mis adorables plebeyos. Se despide de ustedes: La tía
Cecilia…….. La tía de México.
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