viernes, 29 de agosto de 2014

Cocinando con la Archiduquesa

Patatas Dulces del Convento.

Muy buen viernes tengan mis queridos e ilustres súbditos. Hoy les tengo una receta que además de deliciosa, es muy querida por mi. Se llama patatas dulces del convento y ésto es lo que necesitamos:


Ingredientes

3/4 de kilo de patatas
2 cucharadas de azúcar
2 cucharadas de miel de abeja
1 cucharada de mantequilla
Canela molida al gusto


Modo de hacerse


Pidan a una de sus criadas que lave las patatas y las pele, poniéndolas posteriormente a cocer enteras hasta que estén tiernitas, así como yo. Una vez así, en su punto, escúrranlas, déjenlas enfriar, no se me vayan a quemar sus hermosas manitas divinas y después córtenlas en rodajas muy finas y se colocan en un molde para horno.

Por otro lado, otra de las criadas fundirá la mantequilla en una sartén y añadirá un poco de canela, miel y azúcar. Se vierte esta deliciosa y aromática mezcla a las rodajas de patatas y se introduce el molde al horno precalentado unos 200 grados, se hornean por un par de minutos y se sirven bien calientes.




A  mi que me fascina lo dulce, las suelo acompañar con un chocolatito almendrado y con canela... Es cuestión de gustos. Hagan esta receta, es deliciosa y muy sencilla... 

Los quiere, la Archiduquesa 


miércoles, 27 de agosto de 2014

En la columna de la archiduquesa...

De la Velada Pasada

Mis queridos súbditos, la velada pasada nos divertimos mucho, mi adorable tía y yo hablamos de la historia de la medicina, situación verdaderamente interesante para nosotras ya que no fue hace mucho tiempo que tuvimos nuestro primer acercamiento con la medicina moderna.

Un día,  una de nuestras sirvientas nos pidió permiso para llegar a trabajar un poco más tarde por que iría al seguro social. Como nosotras no somos malvadas como la lady chiles, le permitimos llegar tarde, sin antes preguntar qué era lo que iba a hacer. Ruborizada nos dijo que iría "a lo  del Papa Nicolás", emocionadas nosotras decidimos acompañarla. Qué emoción, veríamos las reliquias de ese santo padre fundador de varios de los preceptos más importantes de nuestra santa Iglesia Católica.

Al llegar a las 5 de la mañana, hicimos una enorme fila, por la que supusimos mi tía y yo que serían unas reliquias bastante milagrosas, ya que en la fila estaban  puros tosientos famélicos. Ya por fin a las 7 pudimos pasar y nos recibió una mujer de cara muy larga pero temperamento muy corto,  quien nos exigió nuestra carnet. Después de mirarnos muy  pero muy feo, nos dijo que la carnet era un librito en el cual te escribían tus visitas. Tuvimos que hacer otra cola enorme para sacar la carnet y esperar mucho mas tiempo ya que nuestros ilustrísimos nombres no cabían en el librito en cuestión.

Yo como dije que aún sigo siendo virgen, no me permitieron pasar a ver las Reliquias del Papa Nicolás. al contrario me mandaron a una fila de asientos muy modernos por cierto, que parece como si les faltaran las posaderas, pero ahí estaban las señoras muy celosas de sus lugares, medio sentadas, quienes no dejaban de verme sorprendidas...

La tía se pavoenaba delante de mi, jactándose de que ella si podría ver las reliquias del Papa Nicolás y por fin pasó... Minutos después la tía salió enojadísima de que el galeno le había toqueteado sus partes pudendas con el engaño de ver las reliquias del Papa Nicolás! Pero mi querida e ilustre tía había matado al pobre galeno de un susto (y unos bastonazos), normal en ella...

Salimos muy desconcertadas pues no eran las reliquias del Papa Nicolás, sino el papanicolau, una examinación médica moderna, que espanto. Una buena mujer al vernos tan alteradas nos dijo que una torta de tamal verde con un champurrado nos calmarían, nos llevo con doña chona la de la esquina y así llegamos a palacio muy contentas con nuestra torta, gracias a Dios a la tía ya se le había pasado el susto.

Esta fue una de las anécdotas que contamos el sábado pasado, entre otras cosas por supuesto... los aprecia, su Excelencia Ilustrísima, la archiduquesa del Valle. 

viernes, 15 de agosto de 2014

Cocinando con la Tia de México...

La tía Cecilia y su Menestra del Huerto de Dios.

Muy buenas tardes queridos plebeyos... En esta ocasión me toca enseñarles una receta deliciosa, es un platillo muy rico y algo llenador, que se acostumbraba mucho en el siglo XVIII. Hoy lo traigo para ustedes justo antes de que se vayan al antro para que lo puedan llevar consigo y degustar con todos sus amiguitos... El platillo de hoy se llama Menestra del Huerto de Dios.


Para prepararlo necesitaremos:
1 cogollo grande de repollo
200 gramos de guisantes
3 zanahorias
2 jitomates
1 cebolla
1 pimiento verde
1/2 kilo de carne o un pollo pequeño
vino blanco
aceite
sal

Comenzaremos poniendo aceite en una cazuela y agregamos la carne cortada en trozos y sazonada con sal al gusto. Dejamos un momento así y agregamos el vino blanco, no mucho mis queridos que además ya se que aprovechan los viernes para tomar de más... Luego agreguen los jitomates y pimiento limpios y en trozos, las zanahorias cortadas o raspadas y la cebolla bien picadita. Dejen cocer todo junto y si se les espesa... pónganle agua fría. 


El cogollo del repollo se debe de lavar y cortar en finos pedazos para ponerlo a cocer con agua y sal.Ya cocido se incorpora a todo lo anterior. Se mantiene todo en el fuego y de vez en cuando se le agrega jugo de carne o agua al tiempo. Cuando hierva se pone en un platón de barro y se sirve, se puede adornar con pimientos o huevos cocidos.

Este hermoso platillo castellano es delicioso para compartir con sus seres queridos en sus lugares de sana diversión que ahora llaman antros. Y recuerden, si les preguntan quién les dio la receta, sólo sonrían jocosamente y digan... Mi tía Cecilia, la tía de México...



martes, 12 de agosto de 2014

Los calzones son indecentes...

En la opinión de la archiduquesa...

Sobresaltada está mi archiducal persona por la sorpresa que hoy tuve en mis habitaciones. Y no fue la inesperada visita de un bicho raro, de un animalejo  o del mazacuato que siempre entra  de  noche lunes, miércoles y viernes, no... fue peor...

Una de mis criadas,muy irrespetuosamente, aunque con algo de curiosidad, se acercó a preguntarme que si siempre me lava o me orea los vestidos y las pelucas, por qué no habría de lavarme o al menos orearme la "ropa interior". Mi respuesta en el momento fue preguntar qué cosa era la "ropa interior". Le regañe preguntándole si acaso no me había lavado nunca los fondos, las calcetas, el corsé, las crinolinas y el guardainfante que siempre llevo de interiores, pero ella todavía muy curiosa me dijo: "no... la "ropa interior"". 

Menudo sobresalto dio mi humilde espíritu, y fue ahí cuando supe que las dos no nos estábamos entendiendo. Al ponerme a investigar descubrí que los modernos como ustedes usan algo llamado "ropa interior", calzones, bragas o pantis... Quedé consternada... ¡Qué cosa más asquerosa! Llevar ropa interior a todos lados.


En nuestro siglo XVIII no se usaban tales cosas, los hombres sólo usaban sus calzoneras que eran las exteriores, las damas por el contrario debajo de los vestidos usábamos uno o dos fondos que debajo de ellos tenían crinolinas y guardainfantes (armazones conformados por aros de metal o hueso de ballena en forma ovalados sujetados entre ellos por tiras de cuero). Debajo de ellos una sencilla falda hasta la pantorrilla  o el tobillo, pero debajo de eso ¡no más! Qué incómodo traer, además de todo lo anterior, un pequeño pantaloncillo  o como le dicen ustedes calzón, que tendríamos que subir y bajar cada vez que se nos antojara hacer nuestras necesidades.



No, no, no mis queridos e impúdicos plebeyos, los nobles no usamos esas cosas. Los calzones se inventaron para las cuscas, casquivanas, suripantas, merluzas, rabizas, ¡furcias! Para que tuvieran algo que enseñar debajo de las faldas y eso excitara más a los observantes. Después descubrí que se autorizaron para las señoritas a mediados del siglo XIX y ya en el siglo XX eran muy comunes, pero las leperuzas los seguían enseñando durante sus presentaciones.

Ahora son tan comunes que todos los usan y los consideran hasta higiénicos, en ese punto discrepo. Soy una mujer moderna, del siglo XVIII, empoderada, emprendedora que busca lidiar con los problemas globalizados, pero usar calzones jamás... Niegan mi manera de ser, me sentiría completamente contenida y encarcelada. Así que si algún día os quieren regalarme interiores, os ruego me den fondos, guardainfantes, crinolinas o unas finas calcetitas, pero calzones.. ¡jamás!


Les aprecia... Su Ilustrísima la Archiduquesa del Valle.




viernes, 8 de agosto de 2014

Cocinando con,,, La Archiduquesa

La Archiduquesa y su Bacalao con leche.

Queridos y apreciados todos. Hoy me toca, ya que es viernes. Así que por el gusto de ello les enseñaré a cocinar un delicioso platillo que hacían en mi tierra andaluza. Nunca había dado otra receta parecida, ya que el día de hoy será referente al mar. Así es mis queridos, ese maravilloso mar que nos da en abundancia y belleza, así pues la receta de hoy es Bacalao con leche.

Para preparar necesitaremos:


600 gramos de bacalao
2 dientes de ajo
2 claras de huevo
3 criadas
12 almendras un poco tostadas
harina
leche
laurel
un mazacuato
aceite

Para preparar necesitaremos el bacalao que sea de muy buena calidad y muy fresco. Para iniciar pongan a una de las criadas a limpiar el pescado quitarle las espinas y cortarlo en filetes. Otra de las criadas cortará esos filetes en trozos y continúen empanizando los trozos con harina y clara de huevo batida previamente. Después fríanlo en la sartén con aceite caliente. Cuando esté dorado, escurran y colóquenlo en una cazuela de barro con hojitas de laurel. Cúbranlo con leche hervida y tapen la cazuela. Cocinen a fuego lento.

 Mientras tanto la tercera criada ha de picar el ajo y las almendras con una cucharadita de aceite con el que frieron el bacalao. Una vez conseguida una pasta homogénea y si esta muy espesa la pueden diluir más con el aceite del bacalao. Se deja cocer todo esto por 20 minutos cuidando de que no se pegue.

Terminando la salsa se deja enfriar y se agrega a la cazuela del bacalao con laurel. El mazacuato se usa para servir el pescado en un fino plato y que te de a cucharaditas de comer en la boca.

Espero aprecien esta receta tal y como yo por su alto valor... culinario y la disfruten como lo hace esta humilde archiduquesa.

Les aprecia B.

martes, 5 de agosto de 2014

En la columna de la tía de México...

La tía Cecilia  nos habla de san Benito Abad


Muy buen día tengan ustedes queridos plebeyos, es grato saber que puedo llegar a muchos de ustedes a través de estos artilugios modernos, que si bien son de mucha utilidad… ¡No dejan de ser un invento de diablo para alejarlos de la palabra de Dios nuestro Señor!


Es por eso que cada que me acerco a estos aparatos del averno que mi sobrina María Bárbara llama “ordenadores”, yo rezo un rosario y me encomiendo a mis santos para protegerme de la perversa influencia del maligno.

Hablando de rezos y santos, quiero hablarles queridos plebeyos, de un santo en especial: San Benito Abad.

San Benito nació en Nurcia región de Umbría, Italia, en el año de 480 d.C. y tuvo una hermana: Santa Escolástica, quien también alcanzó la santidad. Benito fue enviado a Roma donde recibió una adecuada formación en retórica y filosofía, pero al ver que muchos de sus condiscípulos se inclinaban por los caminos escabrosos del vicio, Benito despreció el estudio de las letras y abandonó la casa y los bienes de su padre para buscar los hábitos de la vida monástica.

Se retiró a la cuidad de Effide para practicar una vida de rigurosa disciplina ascética. Después buscó el retiro de un lugar solitario llamado Subiaco, ahí permaneció durante tras años en una cueva convirtiéndose en un ermitaño.

San Benito, al igual que mi querida sobrina y yo, fue víctima de las envidias de almas perversas las cuales…  ¡trataron de envenenarle! Primero en Vicovaro, una comunidad de monjes cuyo abad había muerto y decidieron pedirle a San Benito que tomara su lugar, pero no duró mucho en el cargo ya que los endemoniados monjes pusieron veneno en su vino y todo por la estricta disciplina que les exigía el santo. ¡Bola de holgazanes!

El segundo intento fue concebido por un sacerdote llamado Florencio, quien por envidia quiso arruinar a San Benito y le envió un pan envenenado, mismo que fue arrebatado milagrosamente por un cuervo.

San Benito fundó la orden de los benedictinos y su primer monasterio lo erigió en Montecasino en el año 529. Escribió la Regula Monasteriorum, mejor conocida como la Santa Regla, cuya difusión le valió el título de Patriarca del monacato occidental. El ilustre santo predijo el día de su muerte, que ocurrió el 21 de marzo del año 547.

Sin duda una vida ejemplar, su amor y fuerza fueron la Santa Cruz, con la que hizo muchos milagros, fue un poderoso exorcista y ejerció este maravilloso don utilizando como sacramental la Cruz de San Benito.


Ahora queridos quiero hacerles una descripción de la medalla de San Benito.

Al frente de la medalla aparece San Benito vestido de Abad con una cruz en la mano, en la otra sostiene el libro de la Santa Regla. A ambos lados un cuervo y una copa, símbolos de los intentos de envenenamiento de los que fue víctima. En el fondo una inscripción en latín: Crux Santi Patris Benedicti, que significa,  Cruz del Santo Padre Benito.

Alrededor de la imagen de San Benito se puede leer: Eius in obitu nostro praesentia muniamur, que significa, A la hora de nuestra muerte seamos protegidos por su presencia. Oración de la buena muerte ya que San Benito es el patrón de la buena muerte.

Al reverso de la medalla se muestra la Cruz de San Benito con las siguientes letras:

Crux Sancti Patris Benedicti (C.S.P.B.): Cruz del Santo Padre Benito
Crux Sancta Sit Mihi Lux (C.S.S.M.L.): La santa Cruz sea mi luz
Non Draco Sit Mihi Dux (N.D.S.M.D.): No sea el demonio mi señor

En circulo empezando arriba a la derecha:

Vade Retro Satana! (V.R.S.): ¡Retrocede, Satanás!
Nunquam Suade Mihi Vana! (N.S.M.V.): No me persuadas con cosas vanas
Sunt Mala Quae Libas (S.M.Q.L.): Malo es lo que me ofreces
Ipse Venena Bibas (I.V.B.): Bebe tú mismo tus venenos
PAX: "Paz".

Es por eso queridos que la Medalla de San Benito nos recuerda a los fieles que la llevamos con nosotros,  la presencia constante de Dios y su protección. Así que procuren llevarla siempre con ustedes, de cualquier modo yo elevaré una plegaria por todos mis adorables plebeyos. Se despide de ustedes:  La tía Cecilia…….. La tía de México.