martes, 12 de agosto de 2014

Los calzones son indecentes...

En la opinión de la archiduquesa...

Sobresaltada está mi archiducal persona por la sorpresa que hoy tuve en mis habitaciones. Y no fue la inesperada visita de un bicho raro, de un animalejo  o del mazacuato que siempre entra  de  noche lunes, miércoles y viernes, no... fue peor...

Una de mis criadas,muy irrespetuosamente, aunque con algo de curiosidad, se acercó a preguntarme que si siempre me lava o me orea los vestidos y las pelucas, por qué no habría de lavarme o al menos orearme la "ropa interior". Mi respuesta en el momento fue preguntar qué cosa era la "ropa interior". Le regañe preguntándole si acaso no me había lavado nunca los fondos, las calcetas, el corsé, las crinolinas y el guardainfante que siempre llevo de interiores, pero ella todavía muy curiosa me dijo: "no... la "ropa interior"". 

Menudo sobresalto dio mi humilde espíritu, y fue ahí cuando supe que las dos no nos estábamos entendiendo. Al ponerme a investigar descubrí que los modernos como ustedes usan algo llamado "ropa interior", calzones, bragas o pantis... Quedé consternada... ¡Qué cosa más asquerosa! Llevar ropa interior a todos lados.


En nuestro siglo XVIII no se usaban tales cosas, los hombres sólo usaban sus calzoneras que eran las exteriores, las damas por el contrario debajo de los vestidos usábamos uno o dos fondos que debajo de ellos tenían crinolinas y guardainfantes (armazones conformados por aros de metal o hueso de ballena en forma ovalados sujetados entre ellos por tiras de cuero). Debajo de ellos una sencilla falda hasta la pantorrilla  o el tobillo, pero debajo de eso ¡no más! Qué incómodo traer, además de todo lo anterior, un pequeño pantaloncillo  o como le dicen ustedes calzón, que tendríamos que subir y bajar cada vez que se nos antojara hacer nuestras necesidades.



No, no, no mis queridos e impúdicos plebeyos, los nobles no usamos esas cosas. Los calzones se inventaron para las cuscas, casquivanas, suripantas, merluzas, rabizas, ¡furcias! Para que tuvieran algo que enseñar debajo de las faldas y eso excitara más a los observantes. Después descubrí que se autorizaron para las señoritas a mediados del siglo XIX y ya en el siglo XX eran muy comunes, pero las leperuzas los seguían enseñando durante sus presentaciones.

Ahora son tan comunes que todos los usan y los consideran hasta higiénicos, en ese punto discrepo. Soy una mujer moderna, del siglo XVIII, empoderada, emprendedora que busca lidiar con los problemas globalizados, pero usar calzones jamás... Niegan mi manera de ser, me sentiría completamente contenida y encarcelada. Así que si algún día os quieren regalarme interiores, os ruego me den fondos, guardainfantes, crinolinas o unas finas calcetitas, pero calzones.. ¡jamás!


Les aprecia... Su Ilustrísima la Archiduquesa del Valle.




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