jueves, 26 de junio de 2014

De La Columna de la tía Cecilia

EL TEATRO RELIGIOSO

Hoy queridos, para ayudarlos despejar sus obnubiladas mentes de las sombras de la ignominia, les hablaré del teatro religioso y no me refiero a la Rosa de Guadalupe, sino a  un tema que me apasiona.

Sus primeras manifestaciones se dieron en la Europa Medieval,  esa etapa en la que nuestra Santa Madre Iglesia alcanzó tanto esplendor. El uso de máscaras era frecuente en las representaciones que se efectuaban en algunos monasterios durante el siglo VI, que a pesar de las prohibiciones y censuras de la iglesia, nunca se llegaron a impedir de forma absoluta.

Los temas recurrentes fueron del Antiguo y del Nuevo testamento, las vidas de los santos y algunas leyendas religiosas. En España la evolución del teatro siguió el mismo ritmo que en los otros reinos de Europa.  Existe la noticia de que para el siglo XI ya se representaba un “Auto de los Reyes Magos”.

En el siglo XV ya había autores conocidos de teatro religioso; por ejemplo don Gómez Manrique, autor del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo que se representó en el Real Monasterio de Nuestra Señora de la Consolación, conocido como “Monasterio de Calabazanos” en España, o como aquella  Pasión y Muerte del Redentor representada en 1494 en la casa de los Duques de Alba y cuyo autor fue don Juan de la Encina.

¡Ah! pero no todo el teatro religioso tuvo lugar en Europa, al Nuevo Mundo fue traído por los franciscanos que llegaron después de la conquista.  La primera representación de la que se tiene noticia en la Nueva España fue “una representación del fin del mundo” en Santiago Tlatelolco en 1533, que probablemente se trata del mismo “Auto del Juicio Final” que se representó años después en la Capilla de San José de los Naturales de la Ciudad de México, a la cual asistieron el Ilustrísimo señor obispo fray Juan de Zumárraga y el Excelentísimo señor virrey don Antonio de Mendoza.

En 1538, en mi querida tierra Tlaxcala, se hicieron grandes fiestas el día de San Juan Bautista y se representaron cuatro piezas: La Anunciación de la Natividad de San Juan Bautista, La Anunciación de Nuestra Señora, La Visitación de la Santísima Virgen a Santa Isabel y por último, La Natividad de San Juan Bautista. Al año siguiente, 1539, en la fiesta de Corpus Christi se hicieron otras cuatro representaciones: La Conquista de Jerusalén, La tentación de Cristo, La predicación de San Francisco a la aves y El sacrificio de Abraham.


Así pues queridos plebeyos, el teatro religioso sirvió para la evangelización de las grandes masas de indios de la Nueva España y fue también el antecedente de las pastorelas, alegorías de la lucha entre el bien y el mal, mismas que ustedes ahora representan tan burdamente; pero de eso, hablaremos en otro momento. 

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