Fue todo un evento, muchas personas asistieron a los dos sábados en los que las damas Ibarguenguer hablaron sobre la vida monjil de la época virreinal y también en la edad media.
¿Qué hace a una monja, monja? La respuesta la dio la señorial tía doña María Cecilia Matzicatzin al contarnos que lo que hace a una religiosa es la boda con la Santísima Trinidad, una alianza tan divina y sagrada como el agua bendita, como un cirio pascual o como el papa movil.
La archiduquesa, quien en esta ocasión vistió un modelito de Religiosa de la prestigiosa diseñadora Marina Orozco Molatore, comenzó a hablar de las místicas, monjas inauditas que han iluminado a la Iglesia Católica con su inteligencia, ingenio y visiones de la Santa Verdad. Comenzó hablando de Santa Agnes Blanbenkin, una monja austriaca del 1244 quien comió el Santísimo Prepucio de Nuestro Señor unas cien veces y toda su vida vivió de pan y agua por que en sus palabras "se sentía satisfecha y no deseaba comer más". Santa María de Jesús Ágreda quien se podía bilocar (teletransportar) y de ésta manera viajaba de España a Texas para evangelizar a los indios jumanos. Santa Teresa de Ávila quien solía tener las revelaciones del espíritu y era atravesada con una flecha incandecente y sor María de Jesús Delgado y de León, "la siervita" quien tenía tantos poderes y sus milagros han sido cuantificados en miles. En palabras de la Archiduquesa, juntas podrían ser la liga de la justicia religiosa.
Las Ibarguenguer continuaron hablando sobre leyendas de mojas en el virreinato, una tan obesa que cuando murió no pudo ser sacada por la puerta de su celda y por esto fue bajada desde la ventana y una sobre un virrey enamorado de una monja del convento de Corpus Christi de la Ciudad de México quien ordenó la sepultura de su corazón junto a su amada en ese convento.
Sin duda fue una de las veladas más divertidas rematada por la Archiduquesa cantando Domenique.
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