martes, 30 de septiembre de 2014

En la columna de la archiduquesa

Las cabezas del Coatepantli.

Hoy mis queridos súbditos, quiero contaros  algo muy interesante, la barda del Coatepantli. Tal vez le suene muy raro el nombre, como a estación del metro de la línea B, pero no, ésta era una barda que delimitaba el espacio ceremonial del hoy inexistente Templo Mayor de Tenochtitlán. Dicen algunas crónicas que era una enorme barda de piedra labrada en forma de culebras que representaban al dios del viento de los naturales de estas tierras, Quetzalcóatl. Esta serpiente emplumada le daba la vuelta al perímetro del gran Teocalli y terminaba con unas cabezotas de culebra. 

Al llegar los conquistadores y destruir el Templo, desmantelaron las piedras y las usaron para construir casas, murallas e iglesias. La barda del Coatepantli fue desmantelada y sus piedras sirvieron para edificar la primera catedral que tuvo la Ciudad de México en 1524. Por si no fuera poco, las cabezas fueron utilizadas como las basas de las columnas ochavadas de esta primera catedral.

Durante el siglo de existencia que tuvo la primera catedral (hoy desaparecida y cuyas ruinas están sepultadas en el atrio de la actual catedral, al ladito del metro...) las basas-cabezas estuvieron expuestas a todos los fieles que entraban al edificio; incluso varios de los ancianos que habían vivido la conquista y destrucción de Tenochtitlán iban a llorar la desgracia de la destrucción ante esas piedras. Esto lo refiere Fray Diego de Durán quien en sus crónicas escribe: 


"...se quiten aquellas culebras de piedra que están por basas de los pilares los cuales eran cerca del patio de Huitzilopochtli, y donde se yo que han ido a llorar algunos viejos y viejas la destrucción de su templo, viendo allí las reliquias, y plega a la divina bondad que no hayan sido allí algunos a adorar aquellas piedras y no a Dios."
Las cabezas fueron enterradas junto con la primera catedral en 1625 y descubiertas por el arqueólogo don Antonio García Cubas en 1881. Por desgracia fueron llevadas al INAH en donde  ya no se sabe dónde quedaron... Cuenta la leyenda sindical, que  se encuentran en el Museo Nacional del Virreinato, sería bueno que usted lector, en ánimo de Indiana Jones se diera una vuelta algún día para  ver si andan estos resabios del gran Teocalli de México todavía por ahí...

Les quiere la archiduquesa...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario